Guión de Peter Milligan (Shade, el Hombre Cambiante), dibujo de Duncan Fegredo (Jay & Silent Bob, portadas de los números 1 al 14 de Lucifer), color de Sherilyn van Valkenburgh (The Creepers, Fábulas, Sandman).
"Se podría decir que todo empezó en Arizona, hace veinticinco años, en una granja. Era una granja normal y corriente de Arizona. El tipo de lugar donde tendrías relaciones sexuales con tus padres y acabarías disparando a alguien". Y tras esto, Arizona queda atrás, para sumergirnos en la monótona y cuadriculada vida de Michael Smith, de quien todavía no sabemos que se convertirá en nuestro protagonista, y de un salto nos plantamos, lejos de Michael, en el inicio del misterio. Otro salto, y una máscara. Así se presentan los elementos principales, para sumergirnos después en el desarrollo de la historia. Una historia de realidad alterada, de superhéroes y villanos más humanos y a la vez más inhumanos que nunca. Un enorme misterio que mantendrá en vilo hasta el final, y que se desvelará dejando en el lector la sensación de no haber resuelto apenas nada y de haberlo resuelto todo.
La edición recibe una introducción de Grant Morrison (Arkham Asylum, Sebastián O, Los Invisibles), en la que dice, entre otras cosas, que "este libro trata de la verdad pura", y más adelante, "La verdad es que las mentiras a veces son mucho más honestas de lo que parece. La verdad es una ficción que a menudo nos habla de nosotros mismos más de lo que preferiríamos. La verdad es que Enigma es uno de los mejores cómics que jamás se han escrito, porque con una alegría viciosa, expone las absurdidades y faltas de adecuación de nuestras esperanzas y miedos inútiles y de la amarga luz de la verdad. Nos muestra la condición humana como algo parecido a la caspa, pero no para ahí. Se ha descrito Enigma como un cómic existencialista, pero creo que es más que eso: aceptémoslo, ¿cuándo fue la última vez que os reísteis con Jean Paul Sartre? La alegría viciosa del humor de Enigma es tal que no sólo nos hace reír ni sonreír cuando reconocemos la nimiedad de los deseos y ambiciones humanas. También nos enseña que podemos ser libres, como Michael Smith, al no temer la verdad. ¡Y todo esto en un cómic!"
Lo compré sin saber nada de él, porque el guionista me atraía, y estaba de liquidación en Nostromo, y se quedó en la estantería criando polvo, hasta anoche. Le dí una oportunidad, y lo devoré de un tirón. Me encantó. El final, la última página, me parece sublime. Las viñetas a página completa, así como las escenas de calma, son deliciosas. Quizás Fegredo abusa de las líneas en las escenas de acción, pero eso no hace más que acentuar el efecto de confusión delirante que impregna toda la historia.