Aviso de spoilers.

AVISO DE SPOILERS: No me gusta desvelar el final ni las claves de las películas, por lo general. Procuro hacer las reseñas con cuidado, pero es inevitable a veces tener que "destripar" algún aspecto de algún argumento. Sirva esto de aviso, bajo vuestra propia responsabilidad.

lunes, 27 de junio de 2011

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Dirigida por Steven Spielberg () y protagonizada por Harrison Ford (Star Wars, Único testigo), Cate Blanchett (El Señor de los Anillos, Life Aquatic) y Shia LaBeouf (Transformers, Disturbia). Estrenada en 2008.


Permitanme que esta vez me salte el argumento, y vaya directamente a lo que importa. Es la cuarta parte de la archiconocida saga de Indiana Jones. De nombre. Y es que, con un par de cambios conceptuales, hubiera podido pasar por una película de aventuras normalita, y prescindiendo de los servicios de LaBeouf, podría haber llegado a ser una estupenda película de aventuras del estilo de las que no se hacen ya, tan apenas. Pero eso no era un éxito asegurado en el panorama actual, así que había que buscar algo que le diera tirón. ¿Qué? Indiana Jones. El regreso del gran arqueólogo, casi treinta años después.


Desde el primer minuto, no he podido más que ver horrorizada cómo destrozaban la esencia de una de las sagas más entrañables, que los de Historias vemos con especial cariño, con giros de guión sin pies ni cabeza, escenas para el lucimiento de un actor tanto pésimo como innecesario, eliminando además claves fundamentales. Indiana Jones lucha contra los nazis. Es parte de su encanto. Y no tiene sentido ni lógica decir que eso es porque el actor está más mayor, dado que hoy en día la caracterización o incluso el retoque digital hubieran sido viables y, en el peor de los casos, hubieran supuesto un daño menor a la saga. Tampoco era necesario crear un personaje que diera el relevo a Indy, si en la siguiente (sí, amigos, va a haber una quinta) también vamos a tener a Harrison Ford de protagonista.


Lo de escapar de una explosión nuclear en una nevera ya te dice que la película no va a regirse por ningún criterio con sentido en esta dimensión. Si eso fuera lo único, se lo perdonaría gustosa. Pero luego... desde la aparición de LaBeouf, la cosa cae en picado. Escenitas como la del combate de esgrima en los vehículos... Es que no me salen ni palabras. Y el final... ¿Alienígenas? ¿En serio? Iba a salvar una cosa, el reencuentro entre Indy y Marion, pero tal y como acaba ese asunto, a mi modo de ver, también lo estropean.


Es una amalgama de escenas inspiradas/copiadas/referenciales a otras películas, y me ha chocado mucho la relación directa que, en ese sentido, tiene con La Momia (la primera parte). Insectos carnívoros que devoran gente (en Indy hormigas rojas gigantes, en La Momia escarabajos), el descubrimiento arqueológico de un lugar perdido lleno de riquezas de museo, el personaje que juega a dos bandas, traiciona al prota, trata de robar todo lo que puede de esas riquezas, y por culpa de su ambición, termina pereciendo cuando (oh, otra coincidencia más) el lugar es destruído... ¿El género carece de originalidad, o es muy sospechoso todo esto? Viendo el precedente de las anteriores películas de Indiana Jones, me inclinaría a pensar en lo segundo. Reciclemos y mezclemos para sacar cuatro duros, mejor que ser originales...


Si no la han visto, no lo hagan, en serio, es mucho mejor vivir pensando que Indiana Jones es una trilogía.

viernes, 24 de junio de 2011

KOKUHARU


Dirigida por Tetsuya Nakashima (Beautiful Sunday, Kamikaze Girls), y protagonizada por Takako Matsu (The Hidden Blade), Yoshino Kimura (A ciegas, Sukiyaki Western Django), Yukito Nishii (Pôru danshingu bôizu), Kaoru Fujiwara (20th Century Boys), Ai Hashimoto (Abatâ); estrenada en 2010, basada en una novela de Kanae Minato, de 2008.


Yuko Moriguchi, profesora de primaria, revela en su último día de clase un sorprendente acontecimiento. Dos de sus alumnos, allí presentes, son los responsables de la muerte de su hija. No revela sus nombres, pero expone sus historias particulares, de forma que sean perfectamente reconocibles. A partir de aquí, se van construyendo las distintas circunstancias en las que se desenvuelven las vidas de los alumnos tras la impactante revelación.


La película abre con una magnífica secuencia, de media hora, en la que la profesora cuenta la historia a sus alumnos, y poco a poco se van desvelando los rostros y las motivaciones de cada uno. Después de esta secuencia, asistimos al resto de confesiones, los diferentes puntos de vista de los implicados en el suceso, mediante flashbacks, al tiempo que las diferentes historias se entrecruzan, descubriendo que todos son víctimas y verdugos por igual.


A nivel técnico es muy buena, manteniendo con bastante equilibrio la coherencia narrativa entre los flashbacks y momento presente. Utiliza una fotografía fría, casi aséptica, como metáfora de la frialdad de las reacciones, el único personaje cálido y afectivo aparece retratado de manera casi patética. Emplea la banda sonora, y el sonido en general, para establecer un juego de sentimientos con el espectador. Además, resulta muy interesante el empleo del espejo como nexo, en algunas situaciones, evidenciando visualmente que nos enfrentamos a una realidad deformada, que nuestra realidad está deformada, y es diferente a como queremos creer, más fría, más descarnada, más cruel. Mantiene un ritmo pausado, típico del cine japonés, que permite al espectador asimilar con cierta tranquilidad la dureza de lo que transmite la historia. De esta forma, los acontecimientos más impactantes no se presentan de golpe, sorprendiendo, sino que el espectador tiene plena conciencia de la dureza de los hechos, elimina el factor del susto o sobresalto como atenuante, permite, y casi obliga, al espectador a reflexionar sobre las cuestiones que va planteando. El desarrollo de la narración, además, es parte de este juego, en el que se van invirtiendo los papeles, conduciendo a cada personaje de manera que se le pierda toda la empatía que en un primer momento logra con el espectador, se producen una serie de tensiones emocionales al ir descubriendo las auténticas personalidades y circunstancias de cada uno de los personajes. Hay que destacar además las brillantes interpretaciones, especialmente las de los muchachos, que saben, de manera muy convincente, dar vida a unos personajes sometidos a unas situaciones tan extremas.


Es una película muy dura y cargada de contenido. Una crítica feroz a muchos de los problemas de la sociedad japonesa, a través de una mirada directa, atenta y profunda a muchos de los temas hacia los que habitualmente en Japón se vuelve la cara. El papel de la mujer en el mundo laboral, la problemática de compaginar maternidad y trabajo, la concepción de ambos como excluyentes, la excesiva presión y carga de responsabilidad que reciben los maestros, los prejuicios todavía mantenidos de cara al SIDA, la deshumanización de la juventud, la ley del menor, la soledad, la desesperación cuando ya no importa nada, son algunos de los temas que se abordan. Temas que normalmente la sociedad japonesa rechaza, vuelve la espalda, agravándolos con ese silencio al que lo someten. En ese sentido, puede entenderse la película como una denuncia, ya que gran parte de todos los problemas que los personajes sufren podrían haberse evitado mediante la comunicación.


El final es excepcional, estructurado con este sistema de juegos que se ha desarrollado durante toda la película, permite intuir lo sucedido casi desde el primer instante, para luego ir explicándolo con todo lujo de detalles, recreándose en el sufrimiento de la consecución de la venganza, y concluyendo con una sensación amarga, en la que la bondad o la lástima desaparecen por completo. Visualmente es excepcional, contrasta mucho con el resto de la cinta, peca quizá en ese sentido de demasiado efectista, pero recreándose en la violencia y en la brutalidad, más de la situación y del contexto que del hecho en sí.


En definitiva, una película muy buena, impactante, y también muy dura, sin embargo, amable de ver, pese a su crudeza. La conocí a través del blog del Señor Nocivo, que recomiendo encarecidamente.